Los testimonios de los denunciantes
La investigación comenzó inicialmente con el caso de Papasso, pero luego se sumaron once víctimas que relataron situaciones similares de abuso y explotación sexual por parte de Penadés. La mayoría de las víctimas tenían 13 o 14 años al momento de ocurrir los encuentros ilícitos. Otros 15 y 16. Por lo general, atravesaban situaciones de alta vulnerabilidad socioeconómica. “En algunas ocasiones —relata la fiscal en el documento que presentó en mayo para solicitar el desafuero de Penadés— se contactaba con adolescentes que simplemente estaban jugando a la pelota en la calle, o iban caminando”, también frecuentaba la zona del Parque Batlle. Según declararon varias víctimas, luego de que Penadés las levantara en su auto, se dirigía a moteles o “zonas oscuras de la ciudad”. Al principio el contacto con las víctimas lo hacía directamente Penadés, luego usó a Sebastián Mauvezín como intermediario. En muchos casos Mauvezín les preguntaba si querían jugar un campeonato de fútbol a cambio de un “favor”. Así, Penadés pasaba a buscar a los menores entre las 19 y las 20.30 horas en un auto y les ofrecía algo para comer. Luego los llevaba al hotel.
“Se reúnen similares formas de convencer a los adolescentes a que accedan a tener actos sexuales”, describió Ghione. Estaba la «violencia» como método para “obligar (a las víctimas) al ‘sexo oral’ o a la ‘penetración sexual’, en especial si los encuentros eran en la soledad del interior de un auto”.
También, siempre de acuerdo a la argumentación fiscal basada en el testimonios de los denunciantes, Penadés se contactaba con los menores a sabiendas de estar cometiendo un delito. En este sentido, una de las víctimas detalló: “Yo tenía 16 años… Yo le dije de arranque que era menor de edad y recuerdo que me dijo un chiste medio turbio… ‘si hay pelitos, no hay delitos’… me llevó a un hotel, me pidió un jugo… luego desnudo en la cama me solicitó que me desvista, quería verme los pies y mientras me miraba se masturbaba… no me pagó y yo esperaba que lo hiciera, porque sabía que te daba plata, pero no me animé a pedirle… fue en el año 2016… yo no lo conocí pero me pareció (que) era legislador porque en el auto tenía unos recibos que decían Av. De Las Leyes”. Esta misma víctima narró que el Palacio Legislativo también solía ser un punto de encuentro desde el cual partían hacia un hotel. Penadés pagaba sus encuentros con dinero, pero a veces también lo hacía con “refrescos” o “comida”.